¿Qué es un desfibrilador y qué hace?
Un desfibrilador es un aparato que produce una (o más si son necesarias), descarga/s eléctrica/s de corta duración, capaces de estimular el corazón, restableciendo el ritmo cardiaco normal. Los hay externos, para un uso fuera del hospital, y pueden ser automáticos (DEA) o semiautomáticos (DESA). La desfibrilación es el tratamiento que necesita el corazón frente a arritmias cardíacas potencialmente mortales. Su evolución ha hecho que puedan ser usados de manera simple por personas no profesionales fuera del ámbito sanitario con una serie de conocimientos, es decir, formación. Los dispositivos actuales son de sencillo funcionamiento, ofrecen instrucciones de uso con una voz que nos irá guiando en todo momento, e incluso en algunos modelos también con indicaciones luminosas. Su funcionamiento se combina con la Reanimación Cardiopulmonar o RCP, puedes leer más en este post.
Puedes hacerte a la idea de lo que hace un desfibrilador en este video Pincha aquí (https://www.youtube.com/watch?v=KSNYlNGJkC8&t=4s)
Según cada Comunidad Autónoma, tanto su instalación como su uso está regulado por un Real Decreto. Puedes conocer cada uno de ellos en nuestro apartado normativa. Pincha aquí
¿Pero dónde comienza la historia de los desfibriladores?
Dentro de las técnicas usadas para la RCP, se puede remontar a 1775 la historia sobre el tratamiento eléctrico, cuando el veterinario danés Abildgaard describió la utilización de corriente eléctrica para quitar la vida de una gallina y de su posterior recuperación del pulso, gracias a una descarga. En 1849, Ludwig y Hoffa, en Alemania, fueron los primeros en interpretar lo que Abildgaard había concluido sobre aquel hecho, y fueron ellos quienes dieron origen y definición al término Fibrilación Ventricular o FV por sus siglas, que es uno de los varios tipos de paro cardiaco que existen.
Entre 1899 y principios del siglo XX, dos fisiólogos de la Universidad de Ginebra, Suiza, Prevost y Batelli llevaron a cabo investigaciones sobre la Fibrilación Ventricular en perros. Se encontraron con que las descargas de una corriente alterna débil como de una corriente continua producían esa arritmia cardiaca, mientras que era necesaria una corriente mucho más fuerte para desfibrilar el corazón.
Un dato curioso es que en 1929, la empresa eléctrica Consolidated Edison de Nueva York, EEUU, tenía como objetivo hacer descender el número de muertes entre sus empleados ya que morían por paro cardiaco debido a la electrocución. El presidente de la compañía pagó la mayor parte de la investigación de estos aparatos.
Data de 1947 cuando Claude Beck, profesor de cirugía en la Universidad Case Western Reserve, realiza la primera desfibrilación con éxito en humanos, usando palas internas a ambos lados del corazón especialmente diseñadas para ello. Abrió quirúrgicamente el pecho de un muchacho de 14 años que se había quedado sin pulso, realizando masaje cardíaco manual durante 45 minutos hasta la llegada del desfibrilador. Aplicó 2 descargas de 110 voltios de corriente alterna de 1,5 amperios. Beck se dio cuenta que la Fibrilación Ventricular también podía ocurrir en corazones sanos.
Hasta la década de los años 50, la desfibrilación del corazón sólo era posible con la cavidad del pecho abierta mediante cirugía. Fue en 1956, Paul Zoll realizó la primera desfibrilación externa en humanos utilizando una corriente alterna de 15 amperios que produjo 710 voltios, aplicada a través del pecho, durante 0,15 segundos. Fue el primer fabricante que desarrolló un desfibrilador externo.
En 1959, el médico Bernard Lown comenzó a investigar una técnica alternativa que incluía la carga de una batería de condensadores de aproximadamente 1000 voltios con una capacidad de carga de 100 a 200 Joules, el equivalente a 100 o 200 watios por segundo, en el corazón por medio de electrodos.
En 1966 se introduce el primer desfibrilador móvil en una ambulancia bajo la dirección de Pantridge y de Geddes en el Hospital Royal Victoria en Belfast, Reino Unido. Los médicos que dieron asistencia fueron los primeros en realizar una desfibrilación prehospitalaria con éxito, ya lo hablamos en otro post.
En 1969 se realizó la primera desfibrilación efectuada por técnicos en emergencias médicas o TEM por sus siglas, sin la presencia de médicos, fue realizada en Portland, Estados Unidos.
A principios de los años 70, los doctores Arch Diack, W. Stanley Welborn y Robert Rullman, desarrollaron varios prototipos de desfibrilador que fueron probados en la ciudad de Portland, donde se efectuó la primera desfibrilación con un Desfibrilador Externo Automatico o por sus siglas, DEA.
Según las últimas recomendaciones del Consejo Europeo de Reanimación o ERC por sus siglas de 2015, una desfibrilación precoz consigue tasas de supervivencia cercanas al 55-70%, es decir, que de cada 100 personas a las que se aplica esta técnica podríamos salvar hasta 70. ¿Son muchas personas no crees?
En cuanto a la implantación de de acceso público a los desfibriladores, se ha producido una creciente concienciación en las sociedades occidentales, lo que significa un aumento de instalación de estos aparatos tanto en lugares públicos como privados, con el resultado de reducir la tasa de mortalidad por parte de los ciudadanos.
En 1999, la Cruz Roja Americana incluye el uso de un desfibrilador en los cursos de RCP, y en el año 2002, el modelo HeartStart de Phillips se aprueba con prescripción médica para su uso en domicilio. Un año más tarde, el estado de Nueva York introduce los desfibriladores en las escuelas y en abril de 2004, la Federal Aviation Administration o por sus siglas FAA, ordena que las grandes compañías aéreas lleven y formen a su personal en el uso de estos aparatos.
El número de estos aparatos en España es aproximadamente de 2,6 desfibriladores o DESA por cada 10.000 habitantes, y hasta cinco veces más baja que en otros países (se estima que hay unos 25.000 desfibriladores censados por todo el territorio nacional) como Alemania con un 11%, Reino Unido con un 13% y hasta ocho veces menor que en nuestro país vecino, Francia, que con un 19% junto a Dinamarca y Suecia, están a la cabeza en Europa de estos dispositivos (cifras aproximadas). En Japón tienen 25 veces más desfibriladores por cada 10.000 habitantes. En Reino Unido incluso existen antiguas cabinas telefónicas acondicionadas con un DESA en su interior.
En países como Dinamarca, estos conocimientos son obligatorios para la renovación del carnet de conducir y esto ha contribuido en parte a que la supervivencia ante una parada cardíaca sea del 25%. Incluso Volvo presentó en 2019 Volvo Lifesaver, un proyecto piloto en el que una veintena de conductores salía por las carreteras holandesas con un desfibrilador externo automático (DEA) incluido en el kit de emergencia de su coche.
En Suecia van un poco más allá, y desde hace tiempo están estudiando la posibilidad de utilizar drones para llevar desfibriladores ante este tipo de situaciones, equipados con un GPS y una cámara de alta definición e integrado con un sistema de software de piloto automático, y los resultados revelan obviamente que su llegada se reduce notablemente frente al de una ambulancia. Habrá que esperar a que funcionen íntegramente.
Pincha aquí para ver la demo (https://www.youtube.com/watch?v=Y1WAJSAFOy4&t=2s)
Es cierto, en nuestro país todavía no disponemos de muchos, y para más inri, encima muchos no se saben dónde están instalados y en ocasiones ni señalizados o bajo llave. La APP Ariadna, creada por la Sociedad Española de Cardiología o SEC por sus siglas, está pensada para geolocalizarnos e indicarnos donde se encuentra el desfibrilador más cercano. Lástima que muchos de ellos no estén disponibles ya que no se conoce su ubicación. Reanimando da de alta todos los desfibriladores que instala.
Campañas e iniciativas como Constantes y Vitales de la Sexta, donde anuncian que su propósito es la de conseguir firmas para la colocación de más desfibriladores en España, está fenomenal, ya que no hay nada que tenga más poder que los medios de comunicación, sobretodo el televisivo. Lo que no compartimos es su anuncio, donde ellos mismos nos dicen que cualquiera está preparado para salvar una vida, y cierto es, pero hay que matizar ese punto. Cualquier persona sin ser un profesional sanitario puede salvar una vida, pero siempre con los conocimientos necesarios, es decir, formación. De qué nos sirve instalar miles de desfibriladores en la calle si nadie sabe utilizarlos. Primero creemos en concienciar a la población de cuál es la primera causa de muerte en España, hecho que la mayoría no conoce y lo sabemos por la experiencia de nuestros alumnos, y por consiguiente educarles formándolos en primeros auxilios o en este caso más concreto, en RCP y a usar un desfibrilador o más técnicamente conocido como SVB y DEA.
Otra controversia sobre su instalación es la indicación en la cartelería. Existen dos tipos de desfibriladores externos, los automáticos y los semiautomáticos. La gran diferencia entre ambos es que el “semi” dispone de botón para realizar la descarga, lo cual significa que el modelo automático realizará la descarga automáticamente mientras que el otro no, esto significa que hasta que la persona que lo maneja no presione ese botón no se producirá la descarga, momento crítico debido a que es muy importante saber que NO se ha de tocar a la víctima en ese momento. ¿Por qué explicamos esto? Porque en la mayoría de desfibriladores instalados se puede leer en su cartel: DEA, y no DESA, y mayoritariamente casi todos son “semi”, lo cual puede llevar a la confusión, porque hay que entender que el modelo automático es más peligroso, y no más sencillo como mucha gente cree y como también se puede suponer.
Otro dato, se han dado casos en los que se han utilizado desfibriladores de uso público y no funcionaron. ¿Por qué? Pues simplemente porque no se le había realizado un mantenimiento al desfibrilador regularmente, ya que a estos dispositivos se les caduca la batería y los electrodos cada ciertos años, como todo. Con lo cual, de qué sirve tener un desfibrilador muy bonito si en el momento clave éste no funciona…
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En definitiva y conclusión, queda claro que queremos progresar ante este aspecto, nos ha costado años normalizar la prevención en los lugares de trabajo, pero poco a poco se ha ido complementando cada vez en las empresas como parte de las condiciones laborales del trabajador, por lo que, creemos que tarde o temprano será un dispositivo más habitual de ver como el extintor. Seguimos progresando y desde Reanimando luchamos por conseguirlo.
Luis Manuel Mondragon. Instructor y Técnico en Emergencias Sanitarias